PUNTUALIDAD, DEBE SER UN ESTAR MINIMO, NO UNA VIRTUD
- Matau Gold Alexandra Ospina
- 28 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 30 oct 2023
La puntualidad, ese valor tan apreciado en algunos países, ¿debería ser considerada como una virtud o simplemente como un estándar mínimo? En la sociedad actual, donde el tiempo es un recurso valioso y escaso, la puntualidad se convierte en una necesidad imperante. Ya no es suficiente llegar "a tiempo", sino que es necesario llegar con antelación para poder cumplir con todos nuestros compromisos.
La importancia de la puntualidad en nuestras vidas se debe a varias razones fundamentales. En primer lugar, la puntualidad es un signo de respeto hacia los demás. Cuando llegamos tarde a una cita, estamos haciendo perder tiempo a la otra persona, y esto puede generar frustración y disgusto. En cambio, cuando somos puntuales, estamos demostrando que valoramos el tiempo de los demás y que estamos dispuestos a respetarlo.
Además, la puntualidad nos permite ser más eficientes en nuestras tareas. Cuando llegamos a tiempo a nuestras reuniones o compromisos, podemos aprovechar al máximo el tiempo disponible para llevar a cabo nuestras actividades de manera efectiva. Por el contrario, si llegamos tarde, nos vemos obligados a acelerar el ritmo y realizar nuestras tareas de forma apresurada, lo que puede afectar negativamente la calidad de nuestro trabajo.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que la puntualidad es un reflejo de nuestra disciplina y compromiso. Ser puntual implica organización y planificación, ya que implica anticiparse a las posibles contingencias que puedan surgir en nuestro camino. Cuando somos puntuales, estamos demostrando que somos personas responsables y comprometidas con nuestros deberes y obligaciones.
Sin embargo, vivimos en una sociedad donde la puntualidad es a menudo pasada por alto y donde se ha convertido en una virtud excepcional. Esto resulta especialmente evidente en el ámbito laboral, donde las reuniones y las citas a menudo comienzan con retraso y donde la impuntualidad parece estar aceptada como algo normal. Esto puede llevar a una cultura de la procrastinación y a la falta de compromiso con los horarios estipulados.
Es por todo lo anterior que considero que la puntualidad debe ser considerada como un estándar mínimo en nuestra sociedad. No podemos permitirnos el lujo de ser impuntuales y de hacer perder tiempo a los demás. Debemos ser conscientes de que cada minuto cuenta y que nuestro tiempo y el de los demás es valioso. Debemos esforzarnos por ser puntuales y respetar los horarios establecidos. La puntualidad no debería ser una virtud excepcional, sino una norma básica que nos permita ser más eficientes y respetuosos con los demás.
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